lunes, 5 de marzo de 2007

Oporto y sus puentes.

Oporto tiene una personalidad propia que atrae y atrapa, mezcla de lo colonial y lo autóctono. Oporto es una ciudad un tanto peculiar. Se extiende por la margen derecha del río, se pega a él, aprovecha cada rincón posible, mientras que la margen izquierda está ocupada por otra ciudad, Vilanova de Gaia, lugar en donde se concentran las famosas bodegas y destilerías del afamado vino. El contraste entre una y otra es muy fuerte. En esta última, aunque sigue habiendo un buen número de viviendas, no se apelotonan como en Oporto. Son más bajas, más dispersas, y entre ellas aparecen manchas verdes de naturaleza. El núcleo antiguo de la ciudad de Oporto se caracteriza por una amalgama de calles que nos van contando su historia sin palabras. En ellas encontramos mezclas de todas las épocas.

La historia de Oporto se remonta a épocas romanas, época en que tuvo origen la muralla que rodea la ciudad, aunque fue reconstruida y retrazada posteriormente en los siglos XII al XIV. Pero sus primeros habitantes debemos buscarlos allá por la Edad de Bronce, aunque realmente, la importancia de la ciudad de Oporto se produce entre los siglos XIII y XV, cuando alcanza un fuerte apogeo en el ámbito marítimo.

Oporto es conocida por muchos como la ciudad de los puentes. Uno de los más sorprendentes es el puente de Don Luís, pensado por un ingeniero que fue discípulo de Eiffel. Esta obra de ingeniería conecta en dos niveles el núcleo histórico de Oporto con Vila Nova de Gaia. Vale la pena pasear por Vilanova y visitar las murallas románicas o la Torre de los Clérigos.

Otro de los puentes emblemáticos es el de Maria Pía, construido en 1877 y que serviría de soporte de las vías del tren. Fue el propio Gustave Eiffel el que se encargó de construir este puente de hierro, que después de 114 años sería suplantado por el nuevo puente de San Juan. Por encima del Duero también pasa el puente colgante o el puente en suspensión.

Antes de abrirlo al público, se comprobó que aguantaría al peso colocando 105 toneladas. El puente resistió. Arrábida y Freixo son los nombres de otras dos obras de ingeniería portuguesa.
Además de los puentes, Oporto tiene mucho para ver. Por ejemplo, la iglesia de San Francisco, la más esbelta de la ciudad y con numerosas tallas doradas en su interior. Una visita obligada es el Palacio de la Bolsa, de gran belleza arquitectónica. Millones de turistas entran cada año para ver los cuadros y el mobiliario.
También vale la pena visitar el jardin botánico, la muralla, el palacio episcopal o la torre medieval. Y quien lo prefiera, puede perderse por sus calles para descubrir el encanto de la ciudad lusa.
Fuente: dondeviajar.es

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estuve alli en Semana Santa y me alucinó, sobre todo la zona de Vilanova de Gaia y sus bodegas...

Anónimo dijo...

Llevo 10 años viajando por Europa; ninguna ciudad me ha parecido más bella que Oporto.

G.Fortatres dijo...

Tuve la suerte de residir por más de un año en esta hermosa ciudad. Compartir vivencias y experiencias. Desde hace cindco años me considero un tripeiro más

Admin dijo...

Ya lo creo que Oporto atrae. A ver si encuentro un buen viaje baratito desde Madrid para visitar Oporto. Un saludo